Aparecido en La Luz del Porvenir (Barcelona), 14 de noviembre de 1895. Fuente: colección de la revista espiritista en el CHMD de Salamanca. A MI QUERIDA AMIGA AMALIA DOMINGO SOLER Aún era yo muy niña cuando tu acento, resonando en mi alma, levantó un eco, eco dulcísimo, que a pesar de los años no di al olvido. Era en aquellos días, cuando comienza, a despertar del niño la inteligencia; y allá en el alma, las ansias prematuras su voz levanta. De tu lira armoniosa, los dulces cantos, entonces, arrullos a mí llegaron; y me admiraba, ver cuán bien comprendía cuanto cantabas. Con el vuelo suave de tus poesías, elevé a otras regiones la mente mía; y muy temprano quise vivir sintiendo, no vegetando. Como teníamos ambas un mismo nombre, quise tomar tus mismas aspiraciones; y ya mis juegos, no fueron otra cosa que el hacer versos. Fue pasando así el tiempo de esta manera, y ya más cultivada mi inteligencia, resolvió un